Clara y alta, fragante, fugitiva,
desplegada en la cinta del asfalto,
explotando en el capot, dando un salto
tapiza la llanura desde arriba.
No es ésa que patina el triste muro,
no es ésa que sucede en el pasado.
Ésta bate en el campo ensimismado
el ancho temblor verde del futuro.
Elocuente, desmandada, memoriosa
fue querida por Borges y Neruda.
No es una la lluvia que se muda
a la ruta, al aire, y a mis cosas.
Hecha para la sed agricultora
baldea con su gracia cada ahora.