Mar Caribe. Un grupo abigarrado de embarcaciones deportivas. Esloras variables, entre 12 y 40 metros. Día soleado, 32 ° C. Costa más cercana a 20 millas. Clima y aguas calmos, Amenaza silente situada en una embarcación, tal vez en varias.
¿Cuándo cruzaste la línea?
¿Cuándo la simulación se hizo irreversible?
No sé si deberías darme cuenta de lo que viniste haciendo. ¿Desde cuándo lo venías haciendo?
Me vas a decir que desde el Big Bang, que no te quedaba otra, que todos somos producto de nuestras condiciones, de la sucesión de causas con sus consecuentes consecuencias. Te gustaba jugar con las palabras, no sé si te sigue gustando. ¿Y por qué te recalentaste cuando ese que vos decías que era tu amigo te dijo que no existía el azar? Que el azar era el nombre del desconocimiento de la totalidad de variables que operaban en cualquier proceso. Yo sé por qué te calentaste: te ganó, te resultó irrefutable y encima estabas un poco mamado. Ahí perdés el control y te vas de boca. Y después, a la siguiente oportunidad te hacés el boludo.
El caso es que los afanaste a todos. ¿O no? Porque te piraste con toda la guita de tus clientes. Así les decís, bueno les decías. ¿los afanaste a todos o no? Yo sé bien cuanto tenés en bitcoins, yo sé cómo operás en la Dark Web, pero lo que también sé es que tampoco estás feliz ahora. Aunque debo reconocer que nunca fuiste feliz. Si no por qué ibas a ir dos veces por semana a terapia con la gordita, tu sicóloga a la que también estafaste.
No puedo evitar volver a pensar en aquella frase tan feliz: uno es lo que simula ser, tan aplicable en este caso. Porque vos sí que te aplicaste a armar una personalidad y, de verdad, que los convenciste a todos. Incluso a los más sagaces que creían tenerte junado. Ellos también se hacían los boludos y querían creer que toda esa guita negra podía reproducirse con la facilidad que vos les prometías. Y encima con esos números, con esa renta, decías vos. Plazos fijos les decías y no era un eufemismo, porque tus papelitos tenían fecha de vencimiento y el monto que registraban se podía renovar. Además, les firmabas los pagarés, qué antigüedad.
¿Te acordás cuando el tipo alto te preguntó qué pasaba si te morías? Qué verso que le hiciste con eso del seguro que manejaba tu ex mujer, de la cual adoptaste a sus hijas y con quien mantenés una excelente relación, aclaraste. No creo que el tipo se lo haya creído pero lo que le gustaba es lo que les gusta a todos, sacarse rápido la guita trucha y hacerla reproducirse. Entonces son tus cómplices, eso querés creer. Y me parece que tenés razón, ¿qué pensaban, que vos los ibas a hacer ricos mientras ellos no hacían nada? Que se vayan a la mierda, te dijiste, pero no te lo creías.
Vos fuiste el gran embustero, ellos no. Decirle que tu ex mujer tenía un seguro para pagar los compromisos si vos faltaras. Qué hermoso verso. El mismo que le hiciste a esa pobre mina y a sus hijas. Porque tu ex mujer también puso con vos todo lo que tenía .Vos llegaste a decirles “mis hijas”. “Mi mujer y mis hijas”. ¿Sabés qué pienso?, que todos fueron unos vivillos porque les convenías, eso pensaban. Vivillos todos, pero embustero vos. Y ahora te hacés el superado subido como un prisionero al barco que te compraste aquí cerca, en Panamá. Y te hacés llamar el uruguayo. Bastante sagaz, total la tonada es casi la misma.
Y vivís así como decías que te encantaba. Como habías visto en las películas, en tus fantasías de solitario ganador.
Aunque yo, claro, sé que no la pasás muy bien que digamos. Me dan ganas de subrayarte que la pasás mal, con la ele sostenida. Porque no le podés mostrar a nadie lo superado que sos.
Sí, te fuiste con la guita de tu mesa de dinero, te cambiaste la personalidad y decís que sos uruguayo pero vivis encerrado en este barquito que no tiene más de catorce metros. Y si no le mostrás a nadie lo superado y ganador que sos, ¿sos tan ganador y superado? O sos un solitario, un fracasado, un pelotudo, incluso. Eso sé que lo sabés pero ¿quién no?
Es verdad que tenés algún publico entre los que anclan los barcos en estas aguas que no son de ningún país y donde, dicen, que no jode la policía, ni la Interpol ni el ejército. Tenés algun público, si… pero, qué publico, mamá, otros simuladores como vos, otros estafadores como vos, que se ríen y que se muestran relajados y de vuelta como siempre lo intentaste, vos que son un enano gordito. Peor: que eras un enano gordito que agggrastraba la egggre.
Reconozco que tenés toda esa guita negra y que, capaz, te podés comprar una casa en Santo domingo o Panamá y que a lo mejor empezás a ser alguien: pero qué laburo hacerte una personalidad nueva, munirte de amores y de amigos, porque pibas sabés conseguirte, con el manejo que tenés, que tenías en las redes. Por ahora te mantenés discreto, hasta que se olviden. En Sudamérica se olvidan pronto, esperemos. Dios mío qué laburo. Che, ¿lo justifica la playa y el tiempo hueco? Los pescaditos que te comerías y las pendejas que también te comerías. Mirá que el viagra no se consigue tan fácil como en Argentina. mirá que tenés sesenta y dos. Mirá que no podés volver porque les das asco en Rosario. ¡cómo las arruinaste a esas chicas! Mis hijas les decías, qué maestro. Capaz te los creías, quién sabe, además, aún, te queda la opción de ayudarlos, de darle lo único que podés tener: guita.
¿Sabés? medio que me das un poco de lástima. Pienso que tus ídolos: Tomas Crown y Raymond Reddington tenían alguna ética. Vos también deberías tenerla, ¿la tenés?
Pero te vas a morir y, como te vas a morir, hay que hacer lo que se te cante antes de la partida aunque te llenabas la boca con las reencarnaciones, la teoría de cuerdas, el metaverso y el socialismo, jajajaja. Eras socialista, a estos que están en los barcos no le decís que eras socialista, jajajaja. Un hombre preocupado por la libertad, la igualdad y la fraternidad. Pero te entiendo, sabés te entiendo. Los clientes, gente de bien, se hacías los boludos y eras casi su forro.
Te conozco a fondo, eso sí que lo sabés. Tenés un poco de razón ¿Hasta cuándo te iban a ordeñar los que te daban la guita para que se las reprodujeras gratis? Sé lo que pensás: que no hay estafa sin el consentimiento del estafado. Y que se jodan por avaros y mezquinos. Cómo lo cagaste a tu mejor amigo, mi Dios, pero se lo merecía tu mejor amigo, eso pensás ¿no? Se creyó que los treinta mil ya eran doscientos mil. ¿Y tu última novia que vendió lo que tenía para que les manejaras la guita?, ¿Y tus hijas postizas? Qué hermoso guacho, pero qué runfla la que te hizo de compañía artística para que hicieras lo que hiciste.
Bueno, listo. Ahora me voy a callar, ya no me aguantás, más, te reventé bastante el balero con esta examinación.
Ahora tenemos que seguir acá, en tu barco del que no podemos salir.
Tenemos que seguir estando aquí por un tiempo y yo tengo que parar porque yo soy vos y toda la mugre que tiro me llega en tiempo real.
Porque yo soy vos y te trato así porque te tengo que examinar y al final alguna compañía tenés que tener. Al final, ya no hay casi nadie que te mire en serio.