Enumeración de Cuba

La entereza inquebrantable
de la tierra y de la raza.
Artesanías de la historia
en la gracia
de ese aire y esa gente.La música,
alegría consanguínea.
El ron, que ciñe su cintura.
La música, agua y viento
desabrochándose la ropa para el baile.
La música templando la guitarra,
meneándose en la tumbadora
rascándose en el güiro.

El amable interés de la señora,
la musculosa sagacidad del campesino,
viveza ingenua y convencida,
notas de amor en los procesos.

La ilusión,
entraña del recuerdo,
desplomándose en lo pobre.
Azoradas bocas de la usina
con la desaparición de su alimento,
El sueño de la abundancia
herrumbrado en la refinería.
El olvido
y la avaricia sin perdón
de los ingratos tutores desleales.

Refinada Habana Vieja,
mugre infame,
ruin olor de la escasez.
Alcurnia que yace,
esqueleto de grandeza
en el salón de los hoteles.
Carnaval fastuoso
de señores pecadores.
Suntuoso baño
para ricos
o enjoyados delincuentes.
Hembras disponibles
para inevitables aburridos.

El agua huida de los grifos,
la desnutrida luz eléctrica.
Cierta convicción
cuadrándose aguerrida,
el amor al Che Guevara,
la muchedumbre ansiosa
por la fascinación de los discursos.

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Estos minutos de siempre – La Revista del Siglo

No te gusta tanto desnudarla. Nunca te gustó mucho ese trámite. Mil veces te dijeron, mil veces viste cómo desnudar no es un trámite. Cómo desnudar y dejarse desnudar forman parte del juego y seguramente del placer. Pero no tenés ese placer. Es como miedo a que eso que hace falta que hagas, porque así parece que es en general, el hombre desnuda y la mujer se deja desnudar, eso que hace falta que hagas, pueda fracasar y toda la expectativa de coger se caiga. […]

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Bicicletas – La Revista del Siglo


Mi madre lo veía con admiración. Quería verlo así, seguramente fruto de su amor. Incluso lo comentaba muchas veces haciendo notar que el mundo en el que me movía tenía una importancia única, y que no sólo debía tenerla para mí, si no para todos. El hecho de no prestar atención a ninguna otra cosa mientras estaba enfrascado en algo, y eso ocurría la mayor parte del tiempo, era visto por ella como una gran virtud, un síntoma de genialidad oculta y en progreso. […]

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De amores y viñedos – Página 12


Para el Negro, un Caballero de la Orden de Fuego, la fidelidad era una cuestión de pura ética cósmica, además desde joven se había convencido -y lo habían convencido- de que la mujer que había conquistado era extraordinaria: muy rubia y fundamentalmente muy buena. Eso, todos sabían, era lo más importante y la gente del barrio se alegraba por la pareja oficiando de agente de propaganda de la misma. Todo hubiera seguido los carriles propios de una familia modelo si no hubiera sido por el segundo de los hijos, también rubio (menos), de ojos profundamente azules y de ideas radicales. […]

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