Me gusta mucho, Oma. Pero la distancia nos mata, ¿entendés? No estoy acostumbrada. Siempre me gustó compartir las cosas de cada día. El desayuno, la cena, los paseos. Ya no sé qué hacer. A veces pienso que puedo dejar que todo se apague. Pero va a ser la primera vez que me queda algo pendiente. Y vos, ¿cómo estás Oma?
Yo bien nena, viste cómo es aquí. Un poco frío en invierno, pero el aire huele tan bien. A veces me molesta la espalda, pero con los masajes y el calor se pasa un poco. Porque el servicio de la clínica es bueno, las empleadas son casi todas alemanas. Hay una que vino directamente de allá, de Lendhut, cerca de dónde vivíamos nosotros.
Completan la mesa Fabio, un italiano y su novia paraguaya Nancy, unos veinticinco años más joven. Una mesa improvisada para ser treinta uno. […]