Están sentados a la mesa del quincho del hotel. Llegaron todos los comensales, son pocos para lo que suele esperarse de un treinta y uno de diciembre. Su hermano, Germán, está en Rosario desde hace dos días. Vino de Paso de la Patria para ver a su hijo Estebita y la novia y, de paso, pasar fin de año con él. Hace seis meses que no los ve. Los chicos siguen igual que cuando empezaron. Es algo usual en el caso de ellos.
Se aman sin reserva. Entre sí, a veces, parecen mirarse, pero evitan los ojos de los otros. Estebita contesta más, y la fonética de su léxico semeja la de un extranjero un poco pretensioso. Nació cuando Germán tenía diecinueve.
Germán es quince años menor que él y, por eso, siempre lo ha protegido.
Completan la mesa Fabio, un italiano y su novia paraguaya Nancy, unos veinticinco años más joven. Una mesa improvisada para ser treinta uno. […]
Leer más…
Leer completo