Ya es una costumbre. Algo que seguramente empezó como un gusto, o quizá como una necesidad. Se ha vuelto un ritual: algo que se hace porque sí. No puedo decir que me guste. No sé hasta dónde puede gustarme este pocillo de losa, liso y basto, imposible de gastar de tan grueso. Y el café que mi estómago empieza a rechazar, aunque lo pida cortado. Caeré, seguramente, en el te con leche, al que después también tendré que abandonar. […]
Cuentos y Poemas
El bastón – Página 12
Es un hombre entrando en la vejez. Lleva un bastón blanco, de material plástico. Sin embargo, le parece que ve. Porque fija los ojos, alternativamente, en puntos que existen. Presiente que no son ojos que operan desprovistos de sí, buscando lo que no conocen. Mucho menos cuencas ocupadas por guiñapos de carne.
Apenas ingresa se toma del pasamanos de arriba. Seguramente se ha dado cuenta de que, junto a él, los dos asientos están ocupados. Son dos tipos jóvenes. […]
¡Súcubu! – La Revista del Siglo
La Historia comienza en Lisboa. Llegamos para la misma temporada a cubrir distintos temas a cerca de la ciudad, yo para el diario y Martín para la revista.
Me gusta llegar a Lisboa por aire, como esa vez. El avión suele cruzar el Tajo antes de echarse al aeropuerto, en medio de la ciudad. Casi siempre hay sol y relucen los techos rojos y los manchones verdes.
Y ahí está Lisboa […]
Las moscas, comportamiento. El caso Rai – La Revista del Siglo
Que las moscas estén difundidas en todo el planeta, que ya desde niños hayamos convivido con su ubicua presencia o que más de una vez hayan desbaratado alguna prometedora siesta veraniega a la sombra de árboles añosos, son hechos que no propician el asombro. Pero conocer la intimidad de sus sentimientos o la causa profunda de sus acciones es, en cambio, patrimonio de muy pocos. Probablemente el largo ensayo de Jacques Duerf “Psychologie des Insectes”, Leipzig,1941, sea uno de los que, con más precisión y amplitud, describa ese tópico. Allí puede, en el capítulo que les dedica especialmente, adentrarse el estudioso, en la intensa consciencia del presente que caracteriza a la mosca. Basta con observar atentamente sus gregarios vuelos circulares, que a ojos bisoños pueden parecer erráticos, para notar que las evoluciones tienen sentido de ritmo, de comunicación, y de entrega total a la acción de conjunto. […]
Libertad, igualdad y fraternidad – Página 12
Soy tu amiga y te lo tengo que decir. Me encantó lo que pasó después. En serio que me encantó. Te digo que no termino de entenderlo, la cosa es que me encantó. ¿Vos qué pensás?
¿Sabés qué sentí Chuni? No sé cómo decírtelo. No sé. Un sentimiento bueno, tranquilo… de buena onda, casi de fraternidad, eso: de fraternidad.
Yo no me lo había imaginado ni por las tapas. Bah, capaz que sí, que alguna vez lo pensé. Te pasa, ¿viste? Te pasa, creo. Eso de imaginarse tal o cual situación. Pero con Eliseo me parecía imposible. […]
Paciencia, man. Paciencia – La Revista del Siglo
Allí estaba el albergue. Al norte del central Park, en el Harlem, pero alrededor del Harlem. Viven más latinos que negros y son peligrosos. Los latinos llegan con lo puesto, loco, y no le tienen miedo a nada. Y si lo tienen, lo deben disimular. No les tiembla el pulso para enterrarle una navaja a alguien. En casi todas las manzanas hay algún drugstore donde venden la birra a un dólar. Y estacionan los botes con la música a todo volumen y se quedan chupando hasta tarde. Igual que en las películas […]
Enumeración de las islas
Rudo el cuero de las islas
donde el sol y las saladuras,
pero auspiciosas
y fragantes
para el que infla sus pulmones.
Al acecho y desnudas
como traviesas morenitas
en las miniaturas del estanque. […]
Cruce peatonal – Página 12
Había caminado hacia el sur y dobló en la avenida, a la derecha por la acera opuesta a la del Palacio Municipal. Había mucha gente en la calle. Por fin el sol alumbraba y la temperatura era agradable para andar. Estaba llegando a la esquina cuando la vio.
Le pareció asombroso que pudiera estar sola, que no hubiera nadie con ella, cuidándola. Era una mujer vieja pero no una anciana. Iba bien vestida, con pantalones de tono celeste y un tapado liviano color caqui. No se movía y estaba junto a una de las columnas de metal que suele haber en los cruces para peatones. Cuando el semáforo habilitó el paso de la gente permaneció inmóvil, siempre en esa posición terrible. […]
«Las mujeres del poeta»: Matilde Urrutia – La Revista del Siglo
Fue desde la primera vez pero tardó en que se supiese.
Usted mismo tardó sus buenos años, tanto como yo. Y lo supimos al mismo tiempo, porque así tiene que suceder. Allá en Berlín me lo dijo, ¿se acuerda? Usted me dijo que ya no quería separarse de mí.
Fueron dos o tres días de mucha felicidad, ¿sabe? […]
Rosario viaja con perros – La Revista del Siglo
Se podría afirmar sin temor a equivocarse que, antes de lo ocurrido en Harrow on the Hill, la principal virtud que Edgardo Meneces había encontrado en su mujer era la cordialidad. Con la distancia que aconseja la buena educación ella sabía sostener la charla, cualquiera fuera su naturaleza, con sagacidad y simpatía. Sin ser una gran conversadora, hacía sentir a gusto a cualquiera con el que sostuviese un diálogo. Y solía mostrar verdadero interés frente al tema que se abordara dirigiendo abiertamente a su interlocutor su límpida mirada celeste. […]