Ha hecho frío. Aún hace frío. La helada ha cristalizado la tierra y hasta el fierro se vuelve más duro. Allí estaba esta mañana él, abajo del cielo casi blanco y haciendo cloquear las cañas de sus botas de goma que, como se sabe, le pasan la rodilla. Parecían lo único móvil dentro del aire de mármol que iba a tardar en movilizarse. […]
Cuentos y Poemas
De nuevo, no, por favor – La Revista del Siglo
Juan, el que sufre, ya está cansado. Muy cansado.
Tiene su decisión. Es un poco cruel, pero ha hecho todo lo humanamente posible. Es cruel porque tiene la certeza de que Annelie todavía lo quiere mucho. Annelie todavía le arregla la camisa y le peina el mechón de la frente que se puso ralo y blanco de golpe. […]
La ruta de Ortiz – La Revista del Siglo
Enrique Ortiz había llegado hacía menos de una hora. Consiguió habitación enseguida en la hostería en la que siempre se hospedaba. Le gustaba el ambiente modesto que le había quedado como residuo de otros tiempos, cuando la moda era ir de vacaciones por allí. Esa suerte de decadencia digna le parecía linda, como la mayoría de los viejos del lugar. Los viejos del lugar se veían tranquilos, con el aire de aceptación que dan los días largos y silenciosos. […]
Vende-se, lugar de sonho, pertinho da Praia – Página 12
En el pequeño almacén donde compraba lo necesario para la casa se habían peleado. Tomasia dirigía el negocio con mano tan calma como firme y el racimo de muchachos solía encontrarse allí antes de salir al mar o a la laguna. El parentesco entre ellos era difícil de establecer. Eran, sí, parientes, y cercanos. Morenos casi todos, parecían caboclos. Había entre ellos varios hijos de Tomasia, quizás de distintos padres. Habría alguno que no fuera hijo de ella. A fin de cuentas, funcionaban como una familia. […]
Enumeración de la noche
Vasta y diversa la noche para el número
pero circular y oscura casi siempre
Casi siempre celadoraen la nación de los dormidos.
Refugio,guarda de lo umbrío hasta la mitad del mundo.
Mocedad en expansión, unto del amor,
osadía del tacto tras los reclamos del sexo.
Ajuar de los genitales, lengua y saliva
Transitorio cese de los párpados
en la dilatación de la dulzura […]
Pura sangre – Página 12
Se lo había llegado a creer. A pesar de su modestia voluntarista aprendida de los curas que le hacía dudar de cualquier logro, se lo había llegado a creer. De chiquito había mostrado su inclinación al exhibicionismo imitando a los jugadores de fútbol que admiraba. En los partidos de Las Heras, antes de empezar, ejecutaba los piques y los desplazamientos que había visto por televisión. Siempre impecable metido en su pantaloncito y su camiseta, ambos dos talles más grandes del que le correspondía. Era muy flaquito. “Un poco tísico” decía Padín, el director técnico de todas las divisiones cuyos jugadores solía ver cada quince días. […]
Lecciones de francés – La Revista del Siglo
Primera lección. Goncourt, 21 de mayo.
Ella lo ha visto una sola vez, pero lo reconoce enseguida.
Es delgado y fornido. Un cuerpo que los años van a ensanchar.
Alto, casi muy alto.
Él la mira un instante, desde la esquina de enfrente. Se detiene, pero inmediatamente reanuda su marcha. Pisa con toda energía, con mucha seguridad.
Ella espera en la esquina y sonríe. Se sorprende. El también le sonríe, ampliamente. […]
Enumeración del árbol (sólo oda)
Manifiesto de la paciencia, ropa del almanaque. Alhaja fresca de la tierra que gorjea en las mañanas y que al atardecer zurea.Árbol, ónfalo de Zeus, antena verdecida de los mensajes de la altura. Petisa cueva de la sombra contra los ardores de Santiago Sombrilla gigantesca de la aldea bajo la que tardes en cuclillas conforman […]
Golazo – Página 12
Lo había visto al enano definir la final con un golazo de los suyos. ¡Por fin, enano querido! La alegría había explotado en las calles y todo el mundo era más amigo y más bueno.
Ahora, dos semanas después, era su turno. Waldo necesitaba meter un gol, era más que urgente, era vital. Hacía diez años que jugaba en la primera de “las Heras” y sabía que ése era su último partido. Necesitaba el gol.
[…]
Del amor truncado – Página 12
En todo pueblo hace falta un bazar, habían pensado los abuelos egipcios de Etemah y en éste de yugoeslavos -que parecen no tener condiciones para el comercio- les fue muy bien.
Su papá siguió con el bazar que ahora atiende su hermana: Saira. Ella sigue siendo hermosa y parece inmunizada a lo que suele suceder con las chicas en el pueblo: aburrirse y engordar bastante.
Saira no se oculta detrás de un velo de seda, lo hace detrás de un velo de movimientos pausados y de silencio. Cómo no envidiarla. Se peina el largo pelo negro con una raya al medio y lo recoge a los costados después de dejarlo caer en dos ondas amplias y sueltas. Nadie sabe cuán largo lleva el pelo.
[…]