“Se observa las manos y siente hambre. Se incorpora y levanta la vista y mira hacia arriba, donde comienza la tierra plana. Todo parece mantenerse como esperaba. Después gira su cabeza hacia ambos lados para controlar el río y la costa. Luego se vuelve y hace lo mismo con la barranca. Hay algo. (…) Vuelve a girar su cuerpo apoyando las manos en la tierra y levantando sus caderas y la ve, quieta, observándolo, a una distancia prudente. A una distancia que asegura el contacto”, narra Ebel Barat el encuentro entre un nativo y la hija de un colonizador en estas tierras hace más de cuatro-cientos años. En su libro La Montes Barat nos introduce en la épica de dos seres de distintas culturas, una cuestión que el autor utiliza para indagar en las diferencias que terminaron constituyendo “el desencuentro” que terminó siendo nuestro país siglos más tarde. El multifacético escritor rosarino, poeta, narrador, entre otras actividades, no busca con esta novela hallar el ser nacional o indagar sobre qué aspectos caracterizan a la gente de esta región, como lo hubiera querido en los 20 y en los 30 Mateo Booz.